Conozco la sonrisa brillante de las mañanas...
Las tardes melladas,las desdentadas noches.
Sé del aullar de gigantes en lumbres aspas de molino
,sé del letargo de los sentidos entre el estruendo de monedas,sé del néctar de las bocas y de su aliento en la nuca,
sé de las palabras inútiles como bolitas de humo,y de camas deshechas como lienzos desflorados.
Sé de los bordes cortantes del canto herido,
sé de su demencial cordura.
Desconozco, sin embargo, ese rostro vagamente familiar,
que me mira a cada instante desde el espejo...


-kutxi Romero-

26 de abril de 2009

El peor enemigo de la mujer soldado, su camarada

Este artículo me ha estremecido. Es la prueba evidente de que en el S.XXI se sigue tratando a la mujer como un mero objeto sexual, pero afortunadamente, la mujer se rebela, sigue en su lucha incesante que de por vida parace que nos ha tocado vivir, de tener las mismas oportunidades que los hombres,de ser tratadas igual que ellos en muchos sentidos de la vida, en las pequeñas cosas del día a día, de los comportamientos sociales, de como somos juzgadas de forma distinta por las mismas acciones que hacen ellos. Y también en las grandes cosas, en la violencia, en las aberraciones sexuales, en tener que luchar por demostrar que somos tan personas como ellos.. la lucha más dura, es contra el miedo, que muchos, intentan introducir en las mujeres para poder dominarlas. Y en ocaciones lo consiguen. Lo peor que podemos hacer, es callarnos, porque estarán ganando la partida.

Es espeluznante. Ole por los cojones de esta soldado, por haber pasado lo que ha pasado, y por denunciarlo...quien sabe cuantas historias, iguales o peores hay escondidas en el miedo...

..solo se han puestos las primeras piedras del camnino... queda mucho para llegar al destino.


Un libro publicado en EE UU revela violaciones y acosos en Irak y Afganistán
YOLANDA MONGE - Washington - 21/04/2009


La soldado estadounidense Mickiela Montoya no llevaba un puñal amarrado a su pierna para defenderse del enemigo, al menos no del enemigo iraquí. Lo llevaba para protegerse de sus compañeros. "¿Sabes qué? Podría violarte ahora mismo y nadie te oiría gritar, nadie sabría lo que ha pasado", le dijo un soldado una noche tras acabar su turno de guardia. "¿Qué harías?", le preguntó desafiante el soldado a Montoya. "Apuñalarte", respondió ella sin dudarlo. "No tienes un cuchillo", prosiguió la conversación el compañero. "Sí que lo tengo", dijo tajante la soldado.


El Pentágono admite que el 90% de los ataques nunca se denuncian
Mickiela Montoya no tenía un puñal aquella noche. Pero lo tuvo y lo llevó pegado a su cuerpo todas y cada una de las siguientes jornadas de los 11 meses que vivió en Irak. "Llevaba el cuchillo para protegerme de los míos".

"Para los soldados una mujer es sólo una de estas tres cosas: un bicho, una puta o una lesbiana", explica Montoya. "Los hombres no nos quieren aquí". Uno de los militares que sirvió con Montoya le explicó la razón por la que había mujeres en el Ejército: "Envían chicas sólo para alegrarnos la vista", le dijo. La teoría es que en Vietnam había prostitutas, pero no las hay en Irak, así que esa función la suplen las soldados. "Ésa es la razón por la que hay mujeres en el Ejército", le dijo.

En Irak han luchado y han muerto más mujeres estadounidenses que en ningún otro conflicto desde la II Guerra Mundial. Más de 206.000 mujeres han servido en Oriente Próximo desde el inicio de la guerra en 2003. Este número representa cinco veces más mujeres que en la guerra del Golfo y 26 más que en Vietnam. Más de 600 han sido heridas y 104 han muerto en Irak.

Pero a pesar de crecer en presencia, las mujeres en Irak siguen muy solas: son una de cada 10 dentro de las tropas. En ocasiones, están solas en un batallón.

Cuarenta mujeres han relatado sus experiencias a la profesora de periodismo de la Universidad de Columbia Helen Benedict en el libro El soldado solitario: La guerra privada de las mujeres sirviendo en Irak. De esas 40, 28 fueron violadas, agredidas sexualmente o acosadas. No fueron una excepción. Diferentes estudios basados en cifras del Departamento de Veteranos de Guerra dicen que el 30% de las mujeres han sido violadas mientras servían en el Ejército por sus propios compañeros, el 71% han sido agredidas sexualmente y el 90% acosadas.

El Departamento de Defensa sabe del problema y en su informe anual de 2009 sobre agresiones sexuales reconoce que el 90% de los ataques nunca son denunciados. Y cuando lo son, las denuncias no suelen llegar a buen puerto. Bien lo sabe Marti Ribeiro, tercera generación en la familia que pertenece (o pertenecía) a la Fuerza Aérea. La historia que Ribeiro relata en el libro incluye una violación y varios ataques en Afganistán. Fue violada por un soldado mientras guardaba una posición, lugar que no abandonó hasta que acabó su turno para ir, sin ducharse (para no borrar las pruebas de la agresión) a presentar una denuncia. Entonces le dijeron que si la presentaba le podían acusar de haber dejado su arma abandonada (¡durante la violación!). "Dejé el Ejército. Soñaba con convertirme algún día en oficial, como mi padre y mi abuelo, pero debido a que soy mujer ese sueño nunca se hará realidad".

Terrible debe ser el acoso cuando una mujer declara lo siguiente: "Me daban menos miedo los morteros que caían a diario que los hombres con los que compartía mi comida". Ésa es la experiencia de Chantelle Henneberry, quien sufrió un intento de violación por parte de un compañero en Irak. Cuenta Henneberry en un capítulo del libro que a partir de media tarde nunca bebía nada, a pesar de que hubiera 40 grados de temperatura y se desmayara por deshidratación. "Tenía pánico de ir a las letrinas sola". Sabía lo que le esperaba.

20 de abril de 2009

El tópico de la contradicción...


Paralizada.
Escuchando el silencio.
El misterio de la oscuridad.
Sirenas. Gente. Caos. Vida. Muerte.

El tópico de la contradicción, que envuelve la atmósfera.
Protagonista de nuestras efímeras, a la par que intensas vidas.
Soñamos con volar, ambiciosos, nunca nos conformamos con solo caminar.
Los que pueden volar, celosos, sueñan con que sus alas les ayuden a escapar.
De ese extraño y letal metal , inventado por esos seres, que se creen dueños del mundo.
Sin apreciarlo, destruyen lo más preciado. Ese sí, el de la mente superior, es el destructor.

Serena.
Riendo de tristeza.
Llorando de alegría.
Caricias. Soledad. Cama. Vacío.

El tópico de la contradicción, que envuelve mi vida.
Siempre pensando en avanzar, nunca dejo de mirar atrás.
Desde la cima de la montaña, me tiro a la nada, que acaba siendo todo.
Para acabar en la playa, donde el mar en calma, me murmura, lo agitado de la vida.
Mientras el sol me grita, para que no me olvide de él, siempre presente en mi vida, aunque tenga tres.

Esperanzada.
Ojos cerrados, despertando.
Lo parado, de la sociedad en avance.
Terroristas. Políticos. Ataúdes. Detenciones.


El tópico de la contradicción, que es el humano.
Las sonrisas tras la cumbre, el hambre tras el derrumbe.
Cobardes con rostros sin nombre, reclaman libertad, y matan sin piedad
La insignificancia de las mayorías, marionetas en poder de una minoría.

18 de abril de 2009

La incoherencia del directo...

Algo se estremece por dentro. Un cosquilleo recorre cada uno de los poros de tu impaciente cuerpo.
Por unas horas te transportas a otra esfera, viajas en recuerdos que bombardean tu mente como si de una lucha de momentos se tratara, te inundan las sensaciones con cada sonido, con cada nota, con cada palabra.

El reloj se para, y a la vez pasa fugaz. Ellos mismo hablan de darle patadas al reloj, de hacerle trampas al sol,.Y quieres más. Y pides otra otra otra… porque no concibes la velocidad con la que intenta llegar el fin de ese orgasmo asexual. No te percatas de lo que transcurre a tu alrededor, tienes tus cinco sentidos en ellos. Te fundes con su energía, y entras en un extraño viaje de sentimientos que te trasmiten, con lo que muchos, inexplicablemente, llaman ruido, en lo que tu cuerpo, sin preocuparle tu mente, se separa de ella y comienza hacer movimientos a son de las vibraciones.

De repente, vuelves a la realidad un segundo, y miras a tu alrededor, ves que cientos de personas están inmersos, en ese mismo momento, con esa misma música, en su viaje particular de sensaciones y recuerdos. Y lo placentero se multiplica por mil. Te entregas, en cuerpo, voz y alma.

Momentos eternos, pero efímeros.

Es lo incoherente, de oír, de sentir, las canciones de cada día, y de aquellos días..
en directo.

16 de abril de 2009

La Magia de lo Inesperado...

y es que no puedo evitar la sonrisa...

Estamos tan inmersos en unos esquemas, lógicos según lo que nos han inculcado, que todo lo que sale de esos esquemas nos deja paralizados, nuestra mente intenta procesarlo, y no eres capaz de encuadrarlo en ninguna de tus carpetas del cerebro, que como máquinas, desde pequeños, alguien ha ido creando en nosotros.

Pero creces, y eres tú el que empiezas a crear nuevas carpetas, e incluso, el que explora más allá de cualquier carpeta. Pero es imposible que nos formateemos. Somos lo que somos con lo que pensamos, y con lo que adsorbemos desde que nacemos, porque aunque vivamos en una rebelión continua contra el alrededor , ese alrededor nos ha hecho, nos esta haciendo como somos.

Aquel libro... Un Mundo Feliz... una auténtica crítica al camino por el cual avanzamos, se lleva al extremo.. de dejar de ser personas, y ser en teoría felices, por no sentir, por no enamorarse, por no amarrarse a la familia, por no tenerle miedo a la muerte... te convierten en puras máquinas vivientes, lavándote la cabeza desde que naces.... suena escalofriante... pero ¿acaso no es lo que pasa hoy en día?

Nos llenan de conceptos vacíos. Para volvernos como máquinas que no son capaces de pensar por si solas. La máxima del mínimo esfuerzo, la sociedad del confort, de la comodidad... y como en " Un Mundo Feliz", que cada vez que tenías un mínimo sentimiento de disconformidad y preocupación te drogaban, en este mundo real, drogan a la gente, y lavan sus cerebros para que no sean capas de percibir lo que realmente está pasando.
Se vuelven esclavos de una caja que mueve al mundo, y en ese mundo, sólo opinas de los cuernos que le ha puesto al otro, de quién baila mejor... la gente se rinde a eso, sin intentar ni un segundo en buscar el mundo real, oigo peleas, debates, conversaciones...que giran y giran entorno a lo que esa caja...ese gran poder... ese dios nacido en el S.XX, al que todos idolatran sin cuestionarse .que esta creando a gente vacía, que no son capaces de mirar más allá.

Y así, la mente no llega a preocuparse de lo que realmente pasa, estas bien en tu mundo vació, y no eres capas de ver la mierda que nos rodea de verdad... tu cerebro procesa y borra..Ves en la telediarios miles de muertos en Irak, en Afganistán, en África... y piensan hay que pena y sigues comiendo.. Luego llega el resumen del partido de ayer, y atiendes, y discutes, y lo comentas.
Porque es lo fácil, lo que no necesita que hagas un esfuerzo más allá.
También lo cercano, lo que conoces, con lo que has crecido, la gente a perdido las ganas de masticar, que nos lo den masticado... y trago sin más.

El sol, esta atravesando mi ventana en estos momentos, cuando me desperté esta mañana, también lo hacia, pero en el medio del día, unos minutos, el cielo se volvió gris, cayeron piedras de hielo sin explicación lógica ninguna, la gente corría y comentaba asombrada. ¿Querría decirnos algo el cielo?..... un simple instante, que te rompe los esquemas, y tienes que resetear para volver a funcionar, porque hay cosas que no podemos clasificar en carpetas...
Y son la magia de la vida.

Ojala me pudiera formatear....


Un cafe, una conversación.

Desde la indignación, Libertad de expresión


No soy Fernando Savater, ni el rector de una universidad, ni una política.
Soy simplemente una estudiante de Publicidad y Relaciones Publicas de 21 años. No tengo ninguna trascendencia pública, mis pensamientos y opiniones, por sí solos, no influyen en medida alguna en la actuación de los políticos que rigen este país. Por ello, se que la publicación del comentario que viene a continuación no es más que un intento utópico. Pero toda utopía vale la pena intentarla.

Se publique o no, sí que tengo un poder: tengo el poder de la palabra, y tengo la obligación y el derecho de usarlo.Escribo esto a día 29 de marzo, porque desde el pasado 18 de marzo no he dejado de sentir indignación vergüenza ajena, incomprensión, tristeza, impotencia, rabia...
En la fecha a la que hago alusión, sentí como si este país hubiera retrocedido 30 años en el tiempo. Como si estuviera viendo a mis padres en una manifestación contra la dictadura, siendo atacados por los grises.

Pero no, era 18 de marzo de 2009, estábamos en un estado democrático y era una manifestación de universitarios. Y no, por supuesto que no eran los grises, eran los Mossos d’esquadra.

Eran estudiantes, ejerciendo uno de sus derechos fundamentales, unos de esos que nos proporciona el vivir, afortunadamente, en un estado democrático: la libertad de expresión y opinión. Se manifestaban, contra el Plan Bolonia, contra lo que en nuestra opinión, tal y como se está configurado, dará lugar a la privatización de la universidad, a que solo una élite pueda permitirse salir realmente preparado de la universidad, cuyos miembros, son el futuro del país.
Pero el motivo por el que escribo esto no es Bolonia, los aspectos de los que discrepo sobre este plan. Su modo de implantación, la escasa información y diálogo con los usuarios de la universidad(los estudiantes) me los reservo para otro texto.

Este texto me viene motivado, por la indignación, palabra que repetiré, que ya he repetido, más de una vez en este artículo, aunque realmente no logra definir lo que sentí y lo que siento.

Era rabia e impotencia de ver como aporreaban a las palabras, era rabia e impotencia de ver como de manera arbitraria y desproporcionada, los que, pagados con nuestro impuestos, deberían proteger nuestra seguridad, se ensañaban con todo aquel que pasara por delante, con gente corriendo, huyendo de ellos, con universitarios con libros en las manos reclamando por su enseñanza, con periodistas, con un niño de 10 años, con el señor que, simplemente, pasaba por ahí.

No soy tan ingenua. No digo que todos seamos santos. En estas manifestaciones siempre se cuelan radicales, también se cuelan violentos. Me creería perfectamente que dos de los centenares que estaban manifestándose, hubieran hecho cualquier acto violento. Hablo hipotéticamente porque yo no lo vi.

Pero me da igual, aunque así fuese, no es justificación alguna para la violencia gratuita que fue lo que se llevó a cabo en la Plaza de la Universitat de Barcelona. Fue lo que mis ojos presenciaron. Fue lo que hizo despertar la indignación de miles de estudiantes y no estudiantes.

En los medios por fin, se habló del tema, se le estuvo dando bombo durante una semana a la actuación de los mossos, a los anti Bolonia, e incluso se llegó a discutir sobre el plan. Muy triste que tras años de manifestaciones protestas y encierros, tengan que pasar estas cosas para que se difundan masivamente y se cree un debate público.

Pero no solo se difundió por los medios, hubo una movilización para mi mucho más importante, la de las personas. Mucha gente como yo, movida por la indignación, que utilizó los medios que tenían a su alcance, e-mails, teléfono, redes sociales, para colgar fotos, videos y opiniones para que la gente juzgara.


Una semana después, el 26 de marzo de 2009, se luchó. Se luchó con la mejor arma, la palabra. Ese día mi indignación se convirtió en orgullo, y mi rabia en gritos.

Estaba convocada una manifestación, en el mismo lugar donde una semana antes mis ojos habían derramado lágrimas de impotencia, donde tuvieron lugar las imágenes, que todavía hoy recuerdo como si estuvieran pasando delante de mí.

No dudé ni un segundo en ir. No dudé ni un segundo en la necesidad de expresar libremente lo que pensaba. Pero tenía miedo, miedo a los mossos y miedo a los radicales.

Dos horas antes de que comenzara la manifestación, la emblemática calle de Las Ramblas, estaba repleta de mossos y de vallas. Ver eso me animó, si cabe, aún más a salir a la calle. Estaba convencida de que iba a tener que correr como nunca, pero iba a valer la pena.

A las 8 estábamos en la Plaza Universitat. Al mirar a mi alrededor, la emoción me embargaba porque vi gente que luchaba por lo que creía, porque vi una actitud pacífica, y porque vi inteligencia.

A tres metros, una chica con un aro de ángel en la cabeza, diciendo somos los buenos.
Me tocaron por detrás con un globo, y me dijeron toma, esta será nuestra porra.
Papeles simulando cajas de tabaco en los que se leía: pegar perjudica seriamente a la salud.
A mi lado una señora ,de más de 60 años, gritando: son estudiantes no delincuentes.

Eso me valió, estaba dispuesta a ir a las ramblas y tener que correr cuando los mozos reaccionaran.Pero no. Los organizadores de la manifestación me sorprendieron. Me sorprendieron a mí, a las periodistas y a los mossos.

Cambió de rumbo, camino a Sant. Nos dirigimos a donde no nos esperaban, porque nuestra única intención era manifestarnos pacíficamente. Se evitaron los encontronazos, por lo que los mossos se quedaban en las ramblas, con las porras en las manos.

Con carteles como “ Bolonia se aplica a golpe de porra”, al grito de fuera los mossos de la universidad, libertad de expresión, policía no, una universidad publica libre y de calidad… ejercimos nuestro derecho a la libertad de expresión. Pacíficamente. Dimos una lección.

Me sentí muy orgullosa, me sentí apoyada por las pitas de los coches, por los vecinos con cacerolas, sentí la necesidad de gritar a los cuatro vientos lo que había pasado esa noche, había vuelto a creer en la gente. Envíe e-mails a mis amigos y familiares intentando transmitir, como ahora, lo que sentí.

Un amigo me dijo, ¡Tenemos que contárselo al mundo!, y aquí estoy, inmersa en mi utopía, contándoselo al mundo.