Conozco la sonrisa brillante de las mañanas...
Las tardes melladas,las desdentadas noches.
Sé del aullar de gigantes en lumbres aspas de molino
,sé del letargo de los sentidos entre el estruendo de monedas,sé del néctar de las bocas y de su aliento en la nuca,
sé de las palabras inútiles como bolitas de humo,y de camas deshechas como lienzos desflorados.
Sé de los bordes cortantes del canto herido,
sé de su demencial cordura.
Desconozco, sin embargo, ese rostro vagamente familiar,
que me mira a cada instante desde el espejo...


-kutxi Romero-

2 de septiembre de 2011

El sol ya no deslumbra, nos alumbra.

El sol deslumbraba unos ojos poco acostumbrados a la luz. Tu mirada, desconcertada e indiferente no acababa de entender, como solía pasar anteriormente, lo que realmente estaba pasando. Nada en aquel momento tenia sentido, ni si quiera esa escoba que plácida y naturalmente barría el pasillo de sus imperfecciones inexistentes.
Una habitación rellena de libros de poeta escoltaban nuestra miserias y masturbaciones literarias, pues aquella noche no tendría otro sentido que comprender lo que realmente estaba pasando. No teníamos ni idea de lo que habíamos vivido, pero pronto descubriríamos que aceptarlo profundamente no estaba en nuestras manos. Aquello superaba cualquier tipo de compresión, era algo que tenia que ver con la involuntaria y perturbadora conciencia humana.

Ni siquiera nosotros mismos en esta habitación llena de fantasía, éramos capaces de entenderlo del todo. ¿Cómo explicarlo?. Releíamos nuestros antiguos textos una y otra vez, esos que escribíamos cuando éramos otros, aunque puede que sabedores de que llegaríamos a ser esa metamorfosis que ahora intentamos digerir en palabras. Nos escondemos bajo el "no lo entienden", quizás por el mismo miedo de llegar a entenderlo nosotros. Los pasos de una esquina a otra del pasillo, ya limpio, nos distraían bajándonos un segundo de los sueños. Aunque parece que hoy no tenemos ganas de soñar. El sol ya no deslumbra, nos alumbra. Nuestras presagios antiguos, nuestras utopías escritas, que eran las más puras realidades, nos habían llevado a una estado de evolución interior revolucionada, un concepto al que todavía no soy capaz de adjudicarle una palabra, pero los pelos se erizaban con cada lectura del pasado, que se refería a nuestro presente. Mientras adormilado, sobre la camisa en la que yacían los sentimientos de esos que paso a paso nos habían acompañado en nuestra gran experiencia de la vida, en lo que haces 90 días ni siquiera éramos capaz de vislumbrar, a pesar de nuestras profundas noches de teclado, me distraías perdiendo el hilo de estas palabras, en las que ahora sólo me sale recalcar que hemos recuperado la esperanza. La esperanza en las personas, en vivir otro mundo posible, no exentos de dificultades, no un mundo ideal de sólo amor y amistad, también de sufrimiento y dolor, pero un mundo que nos hacía sentirnos plenos.

Mañanas de insomnio paranoide, con la colaboración de www.nochesdeinsomnioparanoide.blogspot.com