Conozco la sonrisa brillante de las mañanas...
Las tardes melladas,las desdentadas noches.
Sé del aullar de gigantes en lumbres aspas de molino
,sé del letargo de los sentidos entre el estruendo de monedas,sé del néctar de las bocas y de su aliento en la nuca,
sé de las palabras inútiles como bolitas de humo,y de camas deshechas como lienzos desflorados.
Sé de los bordes cortantes del canto herido,
sé de su demencial cordura.
Desconozco, sin embargo, ese rostro vagamente familiar,
que me mira a cada instante desde el espejo...


-kutxi Romero-

16 de abril de 2009

Desde la indignación, Libertad de expresión


No soy Fernando Savater, ni el rector de una universidad, ni una política.
Soy simplemente una estudiante de Publicidad y Relaciones Publicas de 21 años. No tengo ninguna trascendencia pública, mis pensamientos y opiniones, por sí solos, no influyen en medida alguna en la actuación de los políticos que rigen este país. Por ello, se que la publicación del comentario que viene a continuación no es más que un intento utópico. Pero toda utopía vale la pena intentarla.

Se publique o no, sí que tengo un poder: tengo el poder de la palabra, y tengo la obligación y el derecho de usarlo.Escribo esto a día 29 de marzo, porque desde el pasado 18 de marzo no he dejado de sentir indignación vergüenza ajena, incomprensión, tristeza, impotencia, rabia...
En la fecha a la que hago alusión, sentí como si este país hubiera retrocedido 30 años en el tiempo. Como si estuviera viendo a mis padres en una manifestación contra la dictadura, siendo atacados por los grises.

Pero no, era 18 de marzo de 2009, estábamos en un estado democrático y era una manifestación de universitarios. Y no, por supuesto que no eran los grises, eran los Mossos d’esquadra.

Eran estudiantes, ejerciendo uno de sus derechos fundamentales, unos de esos que nos proporciona el vivir, afortunadamente, en un estado democrático: la libertad de expresión y opinión. Se manifestaban, contra el Plan Bolonia, contra lo que en nuestra opinión, tal y como se está configurado, dará lugar a la privatización de la universidad, a que solo una élite pueda permitirse salir realmente preparado de la universidad, cuyos miembros, son el futuro del país.
Pero el motivo por el que escribo esto no es Bolonia, los aspectos de los que discrepo sobre este plan. Su modo de implantación, la escasa información y diálogo con los usuarios de la universidad(los estudiantes) me los reservo para otro texto.

Este texto me viene motivado, por la indignación, palabra que repetiré, que ya he repetido, más de una vez en este artículo, aunque realmente no logra definir lo que sentí y lo que siento.

Era rabia e impotencia de ver como aporreaban a las palabras, era rabia e impotencia de ver como de manera arbitraria y desproporcionada, los que, pagados con nuestro impuestos, deberían proteger nuestra seguridad, se ensañaban con todo aquel que pasara por delante, con gente corriendo, huyendo de ellos, con universitarios con libros en las manos reclamando por su enseñanza, con periodistas, con un niño de 10 años, con el señor que, simplemente, pasaba por ahí.

No soy tan ingenua. No digo que todos seamos santos. En estas manifestaciones siempre se cuelan radicales, también se cuelan violentos. Me creería perfectamente que dos de los centenares que estaban manifestándose, hubieran hecho cualquier acto violento. Hablo hipotéticamente porque yo no lo vi.

Pero me da igual, aunque así fuese, no es justificación alguna para la violencia gratuita que fue lo que se llevó a cabo en la Plaza de la Universitat de Barcelona. Fue lo que mis ojos presenciaron. Fue lo que hizo despertar la indignación de miles de estudiantes y no estudiantes.

En los medios por fin, se habló del tema, se le estuvo dando bombo durante una semana a la actuación de los mossos, a los anti Bolonia, e incluso se llegó a discutir sobre el plan. Muy triste que tras años de manifestaciones protestas y encierros, tengan que pasar estas cosas para que se difundan masivamente y se cree un debate público.

Pero no solo se difundió por los medios, hubo una movilización para mi mucho más importante, la de las personas. Mucha gente como yo, movida por la indignación, que utilizó los medios que tenían a su alcance, e-mails, teléfono, redes sociales, para colgar fotos, videos y opiniones para que la gente juzgara.


Una semana después, el 26 de marzo de 2009, se luchó. Se luchó con la mejor arma, la palabra. Ese día mi indignación se convirtió en orgullo, y mi rabia en gritos.

Estaba convocada una manifestación, en el mismo lugar donde una semana antes mis ojos habían derramado lágrimas de impotencia, donde tuvieron lugar las imágenes, que todavía hoy recuerdo como si estuvieran pasando delante de mí.

No dudé ni un segundo en ir. No dudé ni un segundo en la necesidad de expresar libremente lo que pensaba. Pero tenía miedo, miedo a los mossos y miedo a los radicales.

Dos horas antes de que comenzara la manifestación, la emblemática calle de Las Ramblas, estaba repleta de mossos y de vallas. Ver eso me animó, si cabe, aún más a salir a la calle. Estaba convencida de que iba a tener que correr como nunca, pero iba a valer la pena.

A las 8 estábamos en la Plaza Universitat. Al mirar a mi alrededor, la emoción me embargaba porque vi gente que luchaba por lo que creía, porque vi una actitud pacífica, y porque vi inteligencia.

A tres metros, una chica con un aro de ángel en la cabeza, diciendo somos los buenos.
Me tocaron por detrás con un globo, y me dijeron toma, esta será nuestra porra.
Papeles simulando cajas de tabaco en los que se leía: pegar perjudica seriamente a la salud.
A mi lado una señora ,de más de 60 años, gritando: son estudiantes no delincuentes.

Eso me valió, estaba dispuesta a ir a las ramblas y tener que correr cuando los mozos reaccionaran.Pero no. Los organizadores de la manifestación me sorprendieron. Me sorprendieron a mí, a las periodistas y a los mossos.

Cambió de rumbo, camino a Sant. Nos dirigimos a donde no nos esperaban, porque nuestra única intención era manifestarnos pacíficamente. Se evitaron los encontronazos, por lo que los mossos se quedaban en las ramblas, con las porras en las manos.

Con carteles como “ Bolonia se aplica a golpe de porra”, al grito de fuera los mossos de la universidad, libertad de expresión, policía no, una universidad publica libre y de calidad… ejercimos nuestro derecho a la libertad de expresión. Pacíficamente. Dimos una lección.

Me sentí muy orgullosa, me sentí apoyada por las pitas de los coches, por los vecinos con cacerolas, sentí la necesidad de gritar a los cuatro vientos lo que había pasado esa noche, había vuelto a creer en la gente. Envíe e-mails a mis amigos y familiares intentando transmitir, como ahora, lo que sentí.

Un amigo me dijo, ¡Tenemos que contárselo al mundo!, y aquí estoy, inmersa en mi utopía, contándoselo al mundo.

4 comentarios:

  1. Hace 31 años, fui a una asamblea de estudiantes en La Universidad de La Laguna (Diciembre de 1977), éramos tantos que no cabiamos en la sala principal y fuimos a la planta alta.
    Saliamos de ella cuando la policia entró en el Holl pegando tiros, yo tenia 17 años y alguien me tiró al suelo.......
    Delante de nosotros caía muerto Javier Fernandez Quesada..........
    Durante mucho tiempo pensé cuan injusta es la vida, sólo podíamos luchar con la palabra ( y alguna piedra), sólo queríamos que se nos oyera, sólo queríamos que se nos respetara.

    Desde ese momento, cada día de mi vida es una batalla contra la injusticia, contra la sin razón, contra la opresión.
    Los años te dan la solidez de tu interior para poder llevar esa batalla sin que te merme la capacidad de reir, de querer y de ser feliz.
    Tu acabas de aprender que hay batallas, que aunque se pierdan en un momento dado, con el tiempo se han ganado.
    Y yo, con esa perspectiva que me ha dado el tiempo, me siento muy orgullosa, porque mis niñas, están enfrentándose a la vida con la sabiduría que les da en cada momento las experiencias.
    No dejes de combatir con las ideas y con la palabra, basate en la razón y en la justicia, el camino es largo, muy largo, pero tambien es muy satisfactorio

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  2. Se me ha saltado una lágrima...

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  3. Hay utopías por las que hay que pelear,la lucha por una sociedad mejor no se ha acabado,hemos avanzado en muchas cosas, pero sigue habiendo mucha injusticia y mucha sin razón, y sigue siendo nuestra responsabilidad no apartar la mirada.

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  4. Hola Martonga:

    No por intuido, me deja de sorprender menos la tremenda madurez de tus reflexiones y lo sólido de tus reflexiones. Siempre te he visto -y te seguiré viendo- como la pequeña Marta, de igual manera por ejemplo que veo a tu tío Víctor aún como mi hermanito pequeño (aunque ya tenga 43 años)Compruebo, con asombro, que ya eres toda una mujer, con las ideas muy claras. Decía tu padre que los jóvenes de hoy son naturales y afectivos que lo que fuimos nosotros. Y tiene razón. También me parece que muchos de ellos son un poco superficiales. Afortunadamente, tú eres de otra calaña, de las que sufren por las contradicciones propias y ajenas, de las que no entienden el dolor gratuito. Para resumirte, Martonga, mis impresiones sobre tus escritos, decirte que transmiten EMOCIÓN, que creo, en resumidas cuentas y en última instancia, es de lo que va esto de escribir y leer: de transmitir y percibir emociones. Decirte que me siento orgulloso de ti, como lo sienten tus padres y tíos. Y me temo que están -estamos- orgullosos porque eres una prueba viva de sus esfuerzos y lucha, y de que algo valió la pena tanto sacrificio. Has recogido el testigo, y se ve que no quieres que nadie te lo quite. Un besazo de tu tío Toni.

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